Encontrar el encuadre correcto.

Tener ideas creativas es difícil, por lo cual, al disponer de tiempo para desarrollarlas, es importante luego que esas ideas sean útiles.

Para eso, necesitamos que esas ideas tengan aplicación dentro del problema que se nos está planteando. Entonces, antes de ponerse a pensar en una idea, hay que entender el problema. Hay que lograr el encuadre correcto.

Dijo Albert Einstein: “Si tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de la solución, pasaría los primeros 55 minutos determinando la pregunta adecuada a formular, ya que una vez supiera la pregunta adecuada, podría resolver el problema en menos de cinco minutos”.

Pocas frases explican mejor la importancia de entender una situación que esta frase que el gran físico alemán enuncio.

Para solucionar un problema, es necesario entenderlo. Pero no solo superficialmente, hay que llegar a conocerlo completamente, desde su capa exterior, hasta lo más profundo y oculto del mismo.

Aplicar una solución a un problema, generara nuevas circunstancias, las cuales pueden generar nuevos problemas peores al anterior. Por un dolor de dedo, no me corto la mano. Primero estudio el origen del dolor y luego aplico la solución más conveniente.

Un problema se da en un entorno, la solución se debe aplicar en dicho entorno, por lo cual hay que pensar en las restricciones que se presentan antes de enunciar soluciones al problema. Obviamente, también hay que hacer mucho pie en las ventajas y oportunidades que el entorno mismo nos ofrece.

Muchas veces, ocurre que el problema, nos es presentado en forma incorrecta, induciéndonos a un erróneo estudio del mismo. Por lo cual, también cobra vital importancia el hecho de saber que preguntas realizar. Volviendo a los ejemplos: Un arquitecto recibe a una persona la cual le indica, que necesita que le pueda construir un puente. Obviamente el arquitecto puede hacerlo. Tiene los conocimientos necesarios y los recursos para hacerlo. Pero: ¿Es un puente la solución al problema? La primera pregunta aquí que el arquitecto debe realizar es: ¿Para qué quiere hacer un puente?  Si el puente es para llegar al otro lado, muy bien, ¿Al otro lado de qué? ¿De un abismo, de un rio? Si es un rio, ¿es la mejor solución el puente? ¿No es mejor una balsa? Incluso, se puede uno preguntar, ¿Es necesario realmente llegar al otro lado? ¿Qué hay del otro lado que no haya acá? ¿O que no se pueda traer?. Una vez analizadas las preguntas y sus respectivas respuestas, entonces si el puente es la mejor solución, adelante. Pero no se debe tomar el hacerlo solo por ser la primera y más obvia.